Recuerdo cuando me sumergía en la bañera en Conde Duque y apoyaba mis pies en la pared del desagüe sobresaliendo del agua. Me venía a la cabeza ese estupendo cuadro de Frida. En el nuevo hogar sólo puedo representar semejante estampa si consigo un barreño lo suficientemente grande que quepa en el plato de ducha. Se acabaron los baños de agua. Llegaron los de luz.
Porque si algo tiene la nueva casa, la nueva etapa, la nueva vida es más luz que antes. Más luz reflejándose en las cosas, en las personas y en el propio entendimiento, que estuvo apoltronado un tiempo. No le culpo, en la otra cabaña anochecía mucho antes y hay por ahí gurús que dicen que eso afecta al bio-ritmo.
Una luz cegadora (como la de Silvio) pero de esas a las que echas un pulso sin usar las persianas, sin tirar de gafas de sol. Abiertamente. Y más que cegarme, cegó. A todos los que se habían dejado las gafas en casa. A esos que en seguida echan las persianas. Por el camino me rasqué un poco de más los ojos, pero no se me cayeron al mirar. Y mucho menos al ver por fin lo que había tras los destellos. Nada. Los cuerpos emiten la luz que queremos darles. Y yo a algunos les supe encontrar el OFF. Ya si pronto o tarde, no importa.
El patio es como una previsión del tiempo en directo. Ya no hay que asomar la cabeza por la ventana a un espacio que te muestra un trocito de cielo estadístico: debía confiar, entonces, en que la nube que culminaba el patio tenía el tamaño de todo Madrid, y no el de mi edificio, para saber de qué disfrazarme ese día. Debe ser cosa mía porque, aún con la perspectiva del nuevo patio, a veces todavía me equivoco...
También quiero cosas a la velocidad de la luz que van más bien a la velocidad en que mi radiador calienta el salón de casa. Dispuesto y constante, pero despacio.
Hoy he leído que la peor estrategia de un blog es escribir sobre cualquier cosa. Debo tener poco de estratega. O pocas ganas de concretar.
Hoy he leído que la peor estrategia de un blog es escribir sobre cualquier cosa. Debo tener poco de estratega. O pocas ganas de concretar.